-Buenos días, señor Allingham.
-Puedes llamarme Henry.
-Como usted prefiera. Bien, empecemos. Henry, tú fuiste un soldado británico que lucho en la Primera Guerra Mundial ¿No es así?
-Así es.
- ¿Cuáles fueron sus mayores problemas?
-Bueno… Uno de los mayores problemas que tuvimos fue la comida, lo había suficiente para todos. Y también la aparición de enfermedades como el pie de trinchera, la fiebre de trinchera o la nefritis, causo muchas muertes en mi sección.
Pero un mal que lo viví en mis propias carnes fue el shellshock.
- ¿En qué consistía el shellshock?
- En aquella época se pensaba que el shellshock, o mejor dicho el estrés postraumático, era en realidad un síntoma de cobardía, ya que los soldados que lo padecían, yo incluido, se quedaban paralizados en medio de la batalla, y por ello los soldados que lo sufrían no decían nada, porque dependiendo en que pelotón estuvieras y quien fuera tu superior, podrías ser arrestado o incluso ejecutado.
- ¿Y en qué consistía su rutina?
-Bueno, normalmente nos solíamos levantar una hora antes del amanecer para tomar posiciones y defendernos del inminente ataque de los alemanes. Cuando eso acababa, desayunábamos y empezábamos nuestras tareas; limpiar los rifles, el equipo, reparar las trincheras, llenar las bolsas de arena… Y cuando ya habíamos completado nuestras tareas diarias buscábamos algún lugar para dormir, aunque como imagina, debido a los constantes ataques no dormíamos demasiado.
- ¿Y cuál era vuestra verdadera motivación?
-Nuestra verdadera motivación era volver a casa con sus familias. A nosotros nos importaba un rábano el patriotismo o que territorios nuevos conseguía Alemania o quien se quedaba que.
- ¿Se acuerda en que año fue usted alistado?
-En 1918, a finales de la guerra, yo fui de los que se libró de mucho.
-Gracias por su tiempo.
-Ha sido un placer.
Sandra Villegas
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